Por el Gringo Ceballos
Especial para NOTICIAS DEL ESTERO
Ante la repentina salida de Omar De Felippe y la inminente llegada de Abel Balbo a la dirección técnica de Central Córdoba, otra vez el club santiagueño aparece como una vidriera descartable para algunos entrenadores que desde lo discursivo parecen serios, pero en la práctica terminan siendo bufones.
Es comprensible que todos quieran progresar en la profesión que desarrollan, que hay cláusulas en los contratos que habilitan sus salidas y que es complejo entrometerse con la billetera ajena, pero los técnicos son los primeros que se llenan la boca al hablar de proyectos a largo plazo, de respetar los procesos, de cumplir los contratos; pero a la primera oferta tentadora que aparece pegan el portazo y todo ese palabrerío se lo lleva el viento. Y el club que apostó por ellos queda a la deriva y debe salir al mercado a buscar nuevos gerentes para manejar el fútbol.
Omar De Felippe estaba haciendo un buen trabajo en Central Córdoba, había ilusionado al hincha con propuestas audaces, evitó el descenso y le faltó un punto para clasificar a los cuartos de final. Inclusive en sus declaraciones ya imaginaba el próximo semestre, a sabiendas que tenía que armar un plantel prácticamente nuevo. Bueno, todo eso ya es historia. Sin despedidas, el ex combatiente de Malvinas ya no está en el club.
La dirigencia pareciera apostar otra vez por Abel Balbo, aquel entrenador que tuvo unos buenos meses el año pasado y dejó despechados por doquier tras su ida repentina a Estudiantes, club en el que fue echado. Su autodefinición como hombre de palabra quedó en cenizas, será muy difícil creer en sus próximos discursos de enamoramiento. “Mejor que decir, es hacer; mejor que prometer, es realizar”, afirmaba el General Perón.
Así como se critica a dirigentes que echan técnicos en 5 partidos, también habrá que tener una misma vara con aquellos entrenadores que incumplen con los procesos. Será tarea de la dirigencia firmar contratos que impidan a los entrenadores usar al club como una calesita. Central Córdoba merece el mayor de los respetos. Sus socios e hinchas también. No será la primera ni la última vez que suceda algo así en el fútbol argentino (por ejemplo, Diego Martínez cortó su vínculo con Huracán para arreglar con Boca), pero al Ferroviario le está pasando bastante seguido.