Por Guido Buabud
Especial para NOTICIAS DEL ESTERO
“Estoy dispuesto a entregar el alma esta noche”, así de contundente expresó Peteco Carabajal mirando a la multitud que se hizo presente en la anteúltima noche del Festival Nacional de la Salamanca 2018 en la ciudad de La Banda.
Lo manifestó ni bien habían pasado 30 minutos que el músico santiagueño oriundo del barrio Los Lagos de la ciudad de la Banda junto a los integrantes de la agrupación “Riendas Libres” conformada por su hijo Homero y Martina Ulrich desplegaban un concierto exquisito de nuevas composiciones.
Y esa es la característica de Peteco. Su don creativo y poético. La sabiduría que se refleja en cada escenario del país. Un embajador del arte de mi provincia. Un iluminado que puede llevarte por renovadas melodías fruto de su inspiración. En las oportunidades que tengo de disfrutar en vivo de su espectáculo, no hay modo de explicar lo que transmite. Creo que se llama pasión. Amor a la música. Te lleva como espectador a un vuelo poético y musical en cada nota, en cada letra. Observas su corporalidad, la comunicación no verbal con su hijo y Martina. Hasta en la improvisación es un fenómeno.
Así es Peteco. Consagrado en el país y el mundo. Sin embargo, la trascendencia no lo marea. Goza de una humildad como la del bailarín Juan Saavedra. Intachable. No es una humildad acartonada a los estándares del marketing publicitario. Es su esencia. Hace unos días me emocionó mirarlo a un costado del escenario en la plaza Próspero Molina mientras se presentaba por primera vez en el Festival Mayor de Cosquín, Vislumbre del Esteko, nueva generación que lleva su legado como la de otros próceres de esta tierra y me honra como santiagueño que así sea. Acompañaba desde un costado sin luces ni cámaras a uno de los exponentes de la chacarera, Santiago Suárez y Nazareno Saavedra en percusión (hijo de Juan).
Cantor de todos los tiempos. Auténtico. Revolucionario y vanguardista. Su trayectoria es un camino marcado por la creación de himnos que bailarán e interpretarán con sus guitarras las generaciones venideras. Es voz del monte y sus hombres.
Gracias Peteco por entregar el alma. La misa salamanquera seguirá viva con los sonidos de tu violín.