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RECIBIÉNDOSE DE EQUIPO

RECIBIÉNDOSE DE EQUIPO

Por el Gringo Ceballos
Especial para NOTICIAS DEL ESTERO

Central Córdoba empezó a conjugar el verbo ganar con una facilidad asombrosa. Gana, gana y gana. Si Vélez es el mejor equipo del campeonato y marca el ritmo, el Ferroviario es el que le sigue el paso en los últimos 2 meses. Lo de Omar De Felippe al frente de este equipo es impactante, no sólo en cuanto a los números sino también en cuanto al funcionamiento. Heredó un plantel en estado cataléptico y lo resucitó. El 2 a 0 ante Independiente Rivadavia pareció un trámite, cuando antes ganar era misión imposible.

Sin Godoy ni Angulo (las alas que le dan vuelo al equipo), Don Omar le dio la chance a Benítez y Segovia. Uno mojó y el otro alternó buenas y malas, pero ambos tuvieron un sacrificio en el retroceso para aplaudir. Volvió a la línea de 4 y esa defensa garantiza que Ingolotti no ande revolcándose como en las primeras fechas. No tienen prensa, pero Abascia y Valdez en la actualidad forman una de las mejores zagas centrales del fútbol argentino. Se complementan muy bien y generan que el equipo no sufra sobresaltos.

Florentín es el jugador más completo que llegó al club en el último lustro. Mete, juega, ordena, cabecea, pisa las dos áreas, hace de todo y lo hace bien. Es intocable y artífice del crecimiento exponencial del equipo. Además, aporta goles y eso para un mediocampista es un lujo. Cuando Vázquez se apaga, él ayuda a que se vuelva a encender. Florentín es la pieza fundamental del sistema; si estuviera ausente no funcionaría del mismo modo.

Central se está recibiendo de equipo porque lee los momentos del partido, comprende los contextos (en la anterior gestión era lo mismo ir al Monumental que a la cancha de Sacachispas), y hace simple lo que para otros es complejo. Golpea, defiende, contraataca, duerme el desarrollo, etc. En los 90 minutos este equipo hace lo que pide cada momento del juego. Independiente Rivadavia fue un caramelo insípido que el Ferroviario deglutió con suma facilidad.

El sueño de una nueva final en Copa Argentina está más vivo que nunca. Don Omar y sus muchachos lograron algo que en el fútbol no tiene precio: ilusionar a la gente. Y esa ilusión incrustada en miles de cuerpos se volverá a movilizar hacia San Nicolás. Que sea lo que Dios quiera y Dios quiera que gane Central.

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