SUMAMPA, Quebrachos.- Como mudo testigo del tiempo, quedó el tronco y dos ramas del Tala histórico del Santuario Histórico de Sumampa Viejo. Solo vestigios de lo que fue esa frondosa tala que por años cobijo a los peregrinos que llegaban de diferentes puntos del país a dar gracias o pedir bendiciones a la patrona del pueblo santiagueño.
Ese Tala que con sus ramas impregnaban cada noviembre el rezo del santo rosario y misas de las tardecitas de la novena, donde innumerables sacerdotes y obispos pasaron con gozo y alegría de estar en una de las fiestas marianas más importantes del país.
En los últimos años, el Tala sufrió la invasión de hongos que provocaron que sus ramas se fueran secando y a pesar del esfuerzo de Susana y Ana Ibarra, Eduardo González de intentar hacer algo para rescatarla, no logro resistir y se fue secando.
Llegar al vallecito de Sumampa Viejo y ver el Tala tirada arriba allí en ese círculo de hormigo y piedra, que con los años lo fue matando; te invade la tristeza; porque el paisaje y el santuario sin el Tala no es lo mismo, porque le falta algo a ese bello lugar, que desde 1630, fue espacio elegido por miles de peregrinos y devotos que elegían la Tala para rezar, sus sombras para descansar o simplemente para encontrarse con algún familiar o amigo que participaba de las fiestas del lugar.
Sin lugar a dudas, Sumampa y el Santuario Histórico Nacional de Sumampa Viejo, perdió un símbolo que marco la historia de Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa.
Un poco de historia
El histórico tala, fue el que le brindó su fresca sombra a aquella mula que llegó desde la provincia de Córdoba en 1630, trayendo la imagen de la Madre del Consuelo, pedida por don Antonio Farías de Saa a su amiga de Pernambuco, Brasil para evangelizar su estancia.
Con el paso del tiempo fue sufriendo los avatares del clima y de la gente que se llega al vallecito de Sumampa Viejo y no le da el valor que se merece este árbol cortan sus ramas.
Fuente: Diario Sud – www.diariosud.com

