Por Gustavo Caro
Especial para NOTICIAS DEL ESTERO
Viernes 29 de mayo de 2020. Los días soleados que la precedieron anuncian que esta noche será clara y abierta, plagada de estrellas. Una noche tropical en pleno otoño santiagueño. Ideal para bailar unas guarachas bajo este manto cósmico. Todas y todos en Villa Mercedes están pensándolo así y seguro esperaban este día con ansias, como cada año, para cargar la reposera o alguna banquetita y llegarse hasta la intersección de calle 12 de octubre y Alsina a conmemorar al ídolo más grande que este barrio le dio a Santiago del Estero: Koli Arce. En esa esquinase levanta la plazoleta que lleva su nombre y allí es donde cada año, desde que se fue de este mundo, su memoria es recordada al ritmo de cumbias y guarachas.

Mario Cecilio Arce falleció el 29 de mayo de 2005, en una tarde de domingo y lejos del pago. La muerte lo sorprendió en una mini gira que tenía el curioso itinerario que abarcaba actuaciones en Comodoro Rivadavia y en la ciudad de Buenos Aires. La gira arrancó el día 25 de mayo en la ciudad petrolera, y ya en esa primera noche Koli debió interrumpir la presentación a causa del dolor insoportable de su pierna. Arrastrando una diabetes por años, Koli había sufrido unas semanas antes un accidente con su caballo que le había dejado una lesión en su pierna que nunca curó del todo.
“Bajamos y fuimos al camerino. Koli no quería suspender el recital así que pidió unos minutos para recuperarse. En eso entra una pareja de cieguitos que lo querían saludar. Al despedirse, el hombre le da la mano y le advierte que corría un grave peligro”, recuerda Humberto “Puma” Coronel, amigo de la infancia y timbalero del grupo.

Esa noche, el Quinteto Imperial completará su actuación y Koli Arce volverá al hotel tratando de dejar atrás lo sucedido. Pero el dolor pudo más y a la mañana siguiente, previo paso por el hospital, tuvieron que apurar el regreso a Buenos Aires donde Koli quedará internado en el sanatorio Güemes. Como una maldición invisible, la septicemia había infectado su cuerpo de forma avanzada. Todo sucedió muy rápido y Koli “se fue de gira” la tarde del domingo 29 de mayo de 2005, en la ciudad de la furia, lejos de su querido barrio de Villa Mercedes, que desde entonces lo recuerda con una ceremonia que cada año cobra más la forma de un festival de música tropical. Allí, a pocos metros de la casa donde Koli se despidió de su familia antes de la fatídica gira, la plazoleta Mario Cecilio Arce alberga cada año esta conmemoración.

“La idea de hacer una placita ahí se me ocurrió después que murió Koli. En ese lugar había un baldío. Ese mural que ves ahí también es idea mía. A este homenaje lo vengo haciendo desde hace catorce años y quiero que cada vez sea mejor”, afirma el Puma Coronel.
Además del mural tamaño natural, en la plazoleta se erige también un busto del ídolo, en el que luce el sombrero de ala ancha que solía usar cuando salía de paseo por el barrio montado en alguno de sus caballos. El Puma Coronel, que no había podido despedir a Koli en el cementerio -“no aguantaba verlo así”-, decidió recordar a su amigo de la manera que seguramente él mismo hubiera elegido: con música tropical. La familia de Koli y su otro entrañable amigo del barrio y coautor de varios éxitos del quinteto, el Rafa Ledesma, también colaboran con la celebración. Así es como poco a poco, a través de los años, el homenaje fue sumando la participación de grupos y músicos amigos y el recuerdo se volvió fiesta popular. Este año, a quince años de su partida, la tristeza del Puma no tiene fin: “Ni siquiera me dejaron ir a limpiar la placita ni arreglar el mural. Por mi edad no puedo salir.”

Como otra maldición invisible, el covid19 acecha al mundo y amenaza con cambiarlo para siempre. Por hoy, solo por hoy, impedirá que Koli Arce tenga su homenaje y su fiesta popular en la plazoleta de 12 de octubre y Alsina. Por esta noche, la placita permanecerá en silencio pero no podrá disimular su ausencia. Entonces, como cada fin de semana, el barrio encenderá sus parlantes para convocar a esa “voz chiquita pero siempre afinada -como dice Rafa Ledesma-, y cargada de un carisma tan grande que llevó la música de Santiago a los niveles más altos del fervor popular”. Tan altos como los cielos estrellados de Villa Mercedes.