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LO AGARRÓ LA TORMENTA

LO AGARRÓ LA TORMENTA

Cuántas veces le pasa a uno en la vida de estar desprevenido y de repente aparecen nubes negras, empiezan los truenos, relámpagos, caen rayos y se desata una lluvia torrencial. Y te agarra sin paragüas y ni siquiera un mísero impermeable. Puede pasar. Eso mismo padeció Central Córdoba en el Único. En un segundo tiempo donde no pasaba nada de nada (la tensa calma que antecede a la tormenta), llegó el gol postrero de Martínez Dupuy para que Rosario Central se lleve 3 puntos de oro a la Cuna de la Bandera. Una derrota que para el Ferroviario no es preocupante desde lo númerico pero sí desde el funcionamiento colectivo y el rendimiento de algunas individualidades, teniendo en cuenta que la Gran Final está a la vuelta de la esquina.

Evidentemente De Felippe quiere darle rodaje al doble pivot compuesto por Vega y Florentín. El Kily te asegura quite pero también muchos pases errados, y si a eso le sumamos un Florentín desconocido, todo se hace cuesta arriba. Sin embargo, el equipo se las ingenió para tener algunas chances de cara a Broun, sobre todo cuando cambió el ritmo o robó pelotas altas.

En defensa Barrios padeció el 2-1 que le hacían Lovera y Malcorra (hasta que el 10 salió lesionado) y el conjunto de Holan generó opciones atacando por ese sector. La primera mitad podría haber terminado con un empate en goles, mas allá que el partido no era vistoso, ni mucho menos.

Salvo Angulo que te otorga aceleración, el resto de los cambios no producen mucho -caso Morales y Cabrera-. En el 2T el Canalla manejó el balón sin agresividad y el Ferroviario tuvo una pasividad alarmante. Dupuy (entró bien) fue el héroe para el conjunto rosarino, que se llevó un triunfazo cuando el partido moría en el 0.

De local está costando ganar y se nota desde que se alcanzó la final de Copa Argentina. Quizás en el inconciente de los jugadores incide el hecho de no arriesgar de más para no perderse ese partido histórico para el club. El temor a lesionarse o tener alguna molestia irrecuperable en 20 días puede ser un factor determinante para este bajón del equipo en cuanto a la intensidad. Antes de la procesión a Mendoza hay que jugar con los dos gigantes de Avellaneda. No son partidos para disputar con el freno de manos levantado.

Por el Gringo Ceballos

Foto Prensa Central Córdoba

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